ES:De Lares et di Penates

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IN·MEMORIAM·A·TVLLIAE·SCHOLASTICAE·AVGVSTAE·PRINCIPIS·SENATVS·CENSORIS·IIII·CONSVLIS·II·PRAETRICIS


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"La familia como la conocemos hoy no tiene mucha relación con la antigua institución en la que los Lares eran los guardianes de la puerta.... En esos días el título a la tierra significaba posesión y uso. Porque era la fuente de su vida, porque su cultivo le dio ocupación, porque en la tierra el hombre construye su casa y en la tierra el hombre dispone su tumba, por consiguiente la tierra era sagrada para el hombre arcaico; para él no sólo era la casa donde vivía, sino que también era el lugar donde reposaban sus restos. Y fueron los antepasados muertos en sus tumbas quienes realmente poseyeron la tierra y, como los Lares, éstos eran los guardianes de la puerta.

"La creencia del hombre antiguo en los fantasmas de sus padres, con su poder desconocido de ayudar y dañar, era mejor que un documento de propiedad para afianzar a cada hombre en la posesión de su tierra. Cada hombre temía los Lares de cada otro hombre. La tierra en esos días estaban poblados de gran cantidad de seres espirituales; inadvertidos, no oídos, que golpeaban con violencia con las pestes, y mataban con las plagas. Si cualquier accidente infortunado le ocurría a un hombre, o caía enfermo después de haber entrado ilegalmente en la tierra de su vecino, entonces él, así como su vecino, atribuiría su infortunio a la ira del Lares de esa tierra. Así cada hombre tenía un miedo sano de los fantasmas de su vecino. Estaba listo para luchar contra su vecino a quien podía ver, pero no contra los fantasmas de su vecino a quienes no podía ver. En los antiguos días cada casa estaba frecuentada por los fantasmas y cada campo "embrujado", y ésto eran la seguridad de la casa y la tierra. La religión doméstica era el guardián de la riqueza doméstica y de la vida. Era el miedo a los Lares lo que dio la santidad a la propiedad, pero también convirtió el robo y la entrada ilegal no sólo en un crimen sino también en un sacrilegio.

"Esta santidad de propiedad era en su origen religión. Existió durante siglos antes de que diera lugar a los derechos civiles que son ahora su seguridad... Pero antes del reino de la ley, nosotros teníamos el reino del Lar. Cada padre de la casa, absoluto señor y amo de su propia casa y tierras, estaba bajo la protección de sus Lares; el miedo a ellos estaba en todo el país. Si sus tierras fueran tomadas por un hombre más fuerte que él, entonces sus Lares se expulsarían de la tierra, se violarían las tumbas de sus antepasados y él y los miembros de su familia serían asesinados o reducidos a la esclavitud.

"Esta relación de la familia con la tierra, y de la paterfamilias con la familia, dividía la antigua sociedad en amo y esclavo, patrono y cliente, patricio y plebeyo... Con la institución de la familia, entró en la existencia una clase de hombres de fuera de la familia: los esclavos clandestinos, hijos pródigos, los remanentes de familias rotas, - los hombres y mujeres sin tierra, sin Manes, sin Lares, no teniendo ningún lugar para un altar familiar... La propiedad privada de la tierra, el principio básico de la familia, era la causa principal de pobreza, con la miseria y degradación que siempre le siguen. Esa misma pobreza está destruyendo hoy la familia y cambiando la cara de la civilización.

"La propiedad privada de la tierra desplazó, con el paso del tiempo, la guarda de los Lares familiares, sustituyéndolos por el cuidado del derecho civil; lo que el hombre hizo hace tiempo por él mismo, ahora lo hace la sociedad por él. Los guardianes de las puertas no son más los Lares, pero los abogados....

"Los Lares del mundo arcaico, si todavía frecuentan la tierra y el aire, deben mirar hacia abajo con tristeza. El mundo moderno debe parecerles un mundo loco, en donde todos los principios sensatos se han sustituido por nociones locas.

Aquí existen millones y millones de hombres sin tierra, con sus esposas y niños, junto con unos pocos latifundistas que poseen los títulos de propiedad; estos propietarios no hacen nada con la tierra, pero consiguen de ella rentas y ganancias. Estas dos cosas, los propietarios ociosos y las personas hambrientas, condenan a un mundo como este y requiere una nueva raza de Lares para enviar la venganza de los dioses a estos profanadores de la tierra."

Los Penates


"El hogar es el corazón de la vida familiar. Mantener el fuego vivo en el hogar es el deber de los dioses familiares. Nosotros, que vivimos en el mundo moderno, hemos perdido las concepciones que convertían el "hogar" y el "altar" en las sagradas palabras. La religión doméstica santificó la vida doméstica. Los Penates, que eran los espíritus de los antepasados, eran los fuardianes del fuego y de la despensa....

"Fué la domesticación del fuego lo que cambió al hombre de un salvaje, que vivía de las raíces y la carne cruda, en un ser civilizado, que saborea un chuletón y come patatas asadas. Fué la captura y dominio del fuego lo que hizo posible la casa y la familia. Debido a esto, los Penates, los guardianes delfFuego, son los más buenos y queridos de los dioses familiares. Con ellos la familia intimaba y se reunía alrededor del hogar cuando el día de trabajo había terminado; ellos estaban presentes cuando el paterfamilias y la materfamilias repartía el pan y la carne a los niños y los esclavos y, después de la cena, los Penates inspiraban a los miembros de la casa para hablar palabras de amor y sabiduría los unos a los otros. El marido podría tener un secreto de su esposa, la esposa del marido, pero los Penates conocían todos los secretos. La luz de su fuego penetraba hasta la médula de los huesos. Toda clase de profanación de la vida familiar era una ofensa a los Penates, y era castigada con el calor de la fiebre y el frío de los temblores.

"Mientras la familia dormía, los Penates vigilaban; todos ellos eran percibidos por la noche a través de la luz embotada que emitían los rescoldos que quedan en las cenizas que guardaban vivo el fuego en el hogar. Si ese fuego se extinguiera, los Penates serían deshonrados, y la familia se avergonzaría. Volver a dar vida al fuego una vez extinguido no era fácil. En estos días de fósforos y electricidad, la brasa ha perdido su utilidad y, por consiguiente, su santidad.... Nuestros medios modernos han empujado a estos dioses encantadores fuera de existencia.

"Los Penates no sólo eran los guardianes del fuego, también eran los guardianes de la despensa. Era su deber inspirar al cocinero habilidad para ser capaz de hacer platos delicados a la familia, vigilar la comida en el fuego, asustar las ratas del armario. En el mundo arcaico los dioses eran más útiles que ornamentales. Los hombres y mujeres de ese mundo se reirían de nuestros dioses y pensarían de ellos con piedad. Los dioses se callaron en las iglesias, pues no tienen nada que hacer más que escuchar oraciones y las confesiones de los pecados; ¡son dioses que pasan una existencia triste fuera del calor del hogar, el olor de la cocina, la charla de las sirvientas y el movimiento de la vida familiar!

Un dios en un gran trono blanco, con los querubines y serafines arqueando ante él, puede tener poder y dignidad, pero si uno busca consuelo y compañerismo debe ir al dios que se sienta ante el fuego, que inhala el olor de especia y el sabor del pan, el pastel o la carne que están cocinando. Tal dios puede entender las tribulaciones del cocinero y las molestias de la señora; él sabe por su experiencia que el fuego quema y que el jengibre es amargo. Todas las otras religiones son frías y formales al lado de ésta íntima religión del hogar."


Citado de: Crapsey, Algernon Sidney. The Ways of the Gods. New York: The International Press, 1920. (descatalogado)

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